domingo, 17 de abril de 2016

SIEMPRE CON ELLA

Quizás seamos muchos, cientos, miles los ruteños que quedamos marcados por un momento único, especial, irrepetible, que guardaremos siempre en un lugar privilegiado del corazón. Quizás jamás hubiéramos imaginado que podríamos vivir ese momento histórico y mucho menos que formaríamos parte de ello, porque cada uno de nosotros, cada uno de los ruteños hicimos aún más si cabe que ese momento fuera increíblemente mágico. Nosotros, a parte de vivirlo como un ruteño más, tuvimos la suerte de agrandar ese gran álbum de momentos especiales que este coro ha vivido junto a Nuestra Reina. Pusimos voz a esa despedida entrañable que este pueblo quiso darle antes de su histórico viaje, pero paradojas de la vida, no era una despedida al uso, porque también los ruteños partimos tras Ella, siendo así sus más fieles compañeros de viaje. 

Pero si hay algo que caló en nuestro corazón fue sin duda su estancia en la capital. Aquel viernes, último día de triduo, unimos nuestras voces con la fe que brota del corazón de cada ruteño,  de los que se encontraban allí y de los que estaban en Rute anhelando su esperado regreso. Algo especial envolvió nuestras voces, que le ofrecimos como si del mejor de los presentes se tratára. Ella estaba majestuosa, desde ese altar que impresionó a todos los que se acercaron a San Andrés para visitarla. No era Rute, pero Rute estaba presente llenando una parroquia que no era la de San Francisco, pero donde brotaba un aroma barribalteño por cada uno de sus rincones. Sonaron guitarras, se alzaron las voces, quizás tampoco era Mayo, ni un aire de flores y volantes nos envolvía, pero había un amor que impregnaba cada nota, cada letra de fe que nuestras voces brindaron a Nuestra Reina. Alguna vez cantamos en Córdoba, pero cantar allí con Nuestra Morena frente a frente, tan cerquita de Ella es algo tan hermoso y especial que jamás podremos olvidar.



Lo que pasó al día siguiente es difícil, muy difícil de explicar. Pareció que Mayo volvía de nuevo, que el segundo domingo llamaba de nuevo a nuestra puerta. Y fue una vez más Rute quien impregnó las calles con el dulce aroma que desprenden sus voces, porque una vez más la música sirvió para que Rute rezára cantando a su Reina, dejando huella por cada una de esas callejuelas estrechas que ya no serán las mismas, porque quedaron por siempre marcadas por el sentir de un pueblo que adora a su Reina. Será difícil olvidar o más bien jamás queramos olvidar un sueño que nunca imaginamos que un día se hiciera realidad. 

Pero si su estancia en la capital fue impresionante, su regreso a Rute fue indescriptible. La parroquia de Santa Catalina sirvió de partida para su regreso a San Francisco. Allí de nuevo pudimos regalar a Nuestra Madre lo mejor de nuestras voces, rezar cantando a Ella, sólo a Ella, y poder recibirla de nuevo con los brazos abiertos como Reina de un pueblo que siempre la quiere, que nunca la olvida. Y una vez más y en su camino de regreso al Llano, Rute hizo eso que también sabe hacer, rezar cantando, entregarle sus voces, sus vivas, haciendo ese camino alegre y emotivo, especial e inolvidable. Tres lugares distintos, tres parroquias para acoger a una Reina y una misma voz que se une al viento para cubrir de alabanzas a su Madre, la voz de esta familia, de este grupo de corazones que nos unimos cada año, con la misma fe, esa fe que corre por cada una de las casas de este pueblo y que hace que cada ruteño vibre cada vez que se pronuncia su nombre, cada vez que se le cubre de vivas, cada vez que se le dice te quiero. 

Coro de romeros Virgen de la Cabeza de Rute 
Escrito revista Morenita 2016 
Foto: Maria José Reina Molina 

No hay comentarios:

Publicar un comentario